La gastronomía en Ámsterdam es la misma que en el resto de Holanda (en un país tan chiquitín y tan llano, no creo que haya mucha diferencia entre regiones).

Destacan sus quesos, de los que podrás encontrar mucha variedad, aunque los más famosos son el gouda (suave) y el Edam (una especie de queso de bola).

            

Algunos platos típicos son la sopa de guisantes, los mejillones preparados de distintas formas y siempre más pequeños que los del Mediterráneo, el salmón cocinado de mil maneras distintas (es un decir…), los pannenkoeken, una especie de crepes que se pueden comer dulces o salados dependiendo de si los quieres de postre o de cena, y muchas otras cosas que no pongo porque ya he puesto bastante.

La cerveza más consumida es la propia del país, la Heineken, que como explicaré más adelante, incluso se puede visitar su fábrica. Aunque también está la Amstel, que como se puede ver en la foto, yo la disfruté.

          

De todas formas, como en casi todas las ciudades occidentales de este mundo globalizado y  multicultural, puedes encontrar restaurantes de todo tipo y para todos los gustos, especialmente por los callejones del centro.

Se suele comer prontico, como en casi toda Europa menos en España que “is diferent”, aunque los fines de semana cierran bastante tarde teniendo en cuenta al turista.

             

No se suelen dar propinas, aunque si eres muy generoso o estás muy contento con el servicio y decides darla, nadie te va a mirar como un bicho raro, evidentemente lo agradecerán y lo aceptarán como un cumplido sincero. O sea que no es una costumbre como en otros países que parece que hasta te miran mal si no la dejas, pero también se hace si se tercia.


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