Broeksele es la primera denominación con que se la conoce y data del siglo VII, aunque no se sabe exactamente cuando tuvo lugar el origen de la  ciudad.

Se tiene como fecha de fundación, no obstante, el 979, que es cuando un señor, el conde de Bravante, formó una fortaleza en una colina, alrededor de la cual se fue construyendo la ciudad (mica a mica es va omplint la pica…).

En el siglo XIII se integra a la liga hanseática.

A principios del siglo XIV, aparecen los linajes, siete en total, que son una clase acomodada que se repartía el poder de la ciudad. Al mismo tiempo aparecieron los oficios, pero la gente de los linajes se negaba a repartir el poder con ellos, hasta finales del siglo XIV, donde se vieron obligados a dejarlos agruparse en gremios, y a principios del XV  salió  una constitución municipal en la que gremios y linajes se repartían el poder de la ciudad (son muy raritos desde hace tiempo, estos belgas).            

                   

En el 1477 Bruselas pasó a ser capital de Flandes (países bajos españoles) y a depender por lo tanto del imperio español.

En 1713, por el tratado de Utrech, pasó a ser austríaca.

En 1789 se rebelaron y se proclamaron independientes.

Pero poco les duró la alegría, porque en seguida (1795) vino Napoleón y los hizo suyos.

Tras Waterloo (donde cayó Napoleón), en 1815, pasó a los Países Bajos de nuevo, pero se hizo capital de una Bélgica independiente en 1830. Y hasta aquí La Belgique.

Durante las dos guerras del siglo XX fue ocupada por los alemanes.

Después ha sido una ciudad en constante evolución y crecimiento, gran acogedora de inmigración mundial, anfitriona de varias exposiciones universales y capital europea al albergar las principales sedes de la Unión Europea.


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