TRUÑO GUÍA DE LISBOA

 

Capital de Portugal, conocida como la ciudad de las siete colinas, está situada en el esturión que forma el río Tajo en su desembocadura. Cuenta con aproximadamente 545.000 habitantes que llegan hasta los 2.900.000 si contamos el área metropolitana, que forma el Gran Lisboa, aunque muchas de las ciudades que la integran no están ni mucho menos pegaditas  y si solo contásemos  las que forman un continuo urbano, no creo que llegue a los dos millones siendo generosos y haciendo la vista gorda a algunos campos que hay entre población y población.

Si te va el rollo vintage, como a mí, Lisboa te va a encantar. Pese a ser una gran capital europea, tiene un aire provinciano y acogedor que te permite sentirte en terreno conocido en muy pocas horas, lejos del talante desapegado, y en ocasiones intimidante, que suelen tener las grandes ciudades cuando no las conoces.  

Son muchos los elementos que te dejan con la sensación de haberte trasladado en el tiempo varias décadas atrás: sus edificios característicos,  de poca altura, viejos, muchos de ellos en mal estado,  la mayoría adornados con azulejos y balcones estrechos en sus fachadas; sus calles y aceras empedradas; sus tranvías antiguos que circulan por los barrios más céntricos, situados sobre colinas; el laberinto de calles de la Alfama, donde Lisboa sería más pueblo que ciudad de no ser por los turistas, y donde irás descubriendo rincones entrañables a menudo ocupados por las mesas de algún oportuno restaurante; e incluso muchos de sus comercios que parecen salidos de otra época.

Pese a todo, Lisboa no deja de ser una gran capital donde no falta de nada: tiendas de las firmas más importantes, centros comerciales, y una gran oferta culinaria tanto tradicional como importada.  Toques de modernidad que complementan  a una ciudad que ha sabido conservar el encanto de épocas pasadas.

                      

Si nos alejamos del centro encontramos barrios de todo tipo, desde los típicos suburbios de grandes bloques que podrían serlo de cualquier otra ciudad,  pasando por grandes avenidas que nos muestran una Lisboa más moderna (sin pasarse demasiado…), e incluso muchos que aun sin ser céntricos sí que son antiguos y conservan toda su arquitectura típica lisboeta. En cualquiera de los casos me sigue pareciendo una ciudad con un punto anacrónico, y desde luego con mucho encanto.